Capitulo 9 - Enseñanza 

Es bueno tener la capacidad de enseñar 

Introducción

1 Timoteo 3:1-2 (NVI) 1Esta es una palabra fiel: Si alguno aspira a ser obispo, aspira a una tarea noble. 2El obispo debe ser irreprochable... capaz de enseñar 

Es bueno tener la capacidad de enseñar. No hay forma de liderar a otros sin buenas habilidades de comunicación. Incluso con un nivel modesto de capacidad para enseñar, se te abrirán puertas de oportunidades. Existe el don de la enseñanza, tal y como se menciona en Romanos 12:7, pero todo el mundo puede aprender a mejorar su capacidad para enseñar y comunicarse. Como dice Pablo en el versículo anterior, todo anciano debe tener la capacidad de enseñar, incluso si no tiene el don de la enseñanza.

Algunas personas enseñarán principalmente de forma individual, otras a grupos pequeños y otras estarán acostumbradas a enseñar a grupos grandes. Este curso te ayudará a desarrollar una comprensión básica de cómo enseñar a un grupo grande de personas. El curso “¡El grupo!” te ayuda a aprender a dirigir un grupo pequeño.

¿Cómo se obtiene un mensaje?  

Esa es una pregunta que suelen hacer quienes quieren enseñar en el ministerio. Este capítulo es una introducción sobre cómo elaborar un mensaje, transmitirlo y qué hacer después. Te proporcionará los fundamentos para saber cómo proceder y, con práctica y esfuerzo, tu confianza y tus habilidades crecerán.

Las 5 etapas para desarrollar un mensaje 

Recibir y transmitir un mensaje se compone de las siguientes 4 etapas:

Etapa 1: Pre-mensaje: ¿Cómo decido qué enseñar?

Etapa 2: Investigación y organización: reunir mis ideas y datos.

Etapa 3: Elaboración del mensaje a partir de la investigación: ¿cómo elaboro un mensaje?

Un mensaje constará de las siguientes 5 partes:

1. Introducción: dar una visión general en 1 o 2 frases.

2. Beneficio: explicar cómo les beneficiará el mensaje.

3. Detalles del mensaje

4. Resumen: resume tu mensaje en 1 o 2 frases.

5. Cierre: indique a los oyentes una medida que deben tomar

Etapa 4: Transmisión del mensaje

Etapa 5 Después de la entrega: qué hacer después de transmitir el mensaje

Etapa 1: Previo al mensaje 

Estos son los pasos que debes seguir antes de entrar en los detalles de la preparación del mensaje. Por lo general, en esta etapa se escribe muy poco. Esta etapa consiste en pensar en el tema sobre el que quieres transmitir el mensaje.

Adopta el tono adecuado

Es importante que desees bendecir y animar a las personas a las que te diriges. Aborda la preparación de tu mensaje con el deseo de que sus vidas mejoren gracias a él. La clave para ello es transmitir la lección con un tono de amor y ánimo.

Si amas a las personas a las que enseñas, esto se transmitirá y tu enseñanza será más fácilmente aceptada. Pide a Dios que te dé ese amor antes de enseñar.

A veces, las personas transmiten mensajes duros y reprensivos pensando que así la gente responderá mejor. Este enfoque solo funciona a corto plazo, si es que funciona, y no produce un cambio a largo plazo. Prepara tu corazón para compartir tus pensamientos con los demás como si los compartieras con tu mejor amigo.

Ora por dirección

Tu enseñanza debe estar bañada en oración. Esto ayuda a eliminar nuestros propios pensamientos y razonamientos. Nuestro objetivo es decir solo lo que el Padre está diciendo. Recuerda, la enseñanza no se trata de nosotros, sino de lo que la gente necesita ahora. Aunque esto es difícil de hacer, debemos esforzarnos por lograrlo. Solo las palabras de Dios dan vida; nuestras palabras, en el mejor de los casos, son aire y, en el peor, causan la muerte.

Ora por tu enseñanza mientras la preparas, escuchando la guía del Espíritu Santo para saber qué decir y qué no decir. Date cuenta de que Él ya sabe lo que necesitarán las personas que te escuchan.

Resume tu mensaje en una sola frase.

Esta etapa habrá concluido cuando puedas resumir lo que deseas transmitir en una sola frase. Esto es muy importante. No continúes hasta que puedas hacerlo. Tu discurso no es un programa de variedades. Si no puedes resumir en una sola frase lo que quieres transmitir con tu mensaje, significa que aún no has aclarado tu objetivo final. Si pasas a la etapa 2 sin tener claro dónde quieres llegar, no podrás centrarte en la investigación, la organización y la preparación del mensaje. El resultado será un mensaje difuso y disperso.

La mayoría de los oradores hablan demasiado porque no saben cuál es su punto final. Como resultado, abarcan demasiados temas o cuentan historias que no tienen relación con el tema. No rellene tiempo solo por hablar. Cuando haya expresado su idea, ¡es hora de terminar el mensaje! Si termina antes de tiempo, no hay problema.  

La repetición es la clave del aprendizaje. Para que haya repetición en tu mensaje, el número de puntos debe ser reducido. Resumir tu mensaje en una sola frase ayuda a conseguirlo. 

Tu público debe ser capaz de repetir lo esencial de lo que les has enseñado después de marcharse. Todos hemos sido culpables de decir de un orador: “¡Ha sido un mensaje estupendo!”. Cuando otros nos preguntan de qué se trataba, respondemos: “No lo recuerdo, ¡pero fue estupendo!”.

Etapa 2: Investigación y organización

Reúna en una carpeta o en un archivo de procesamiento de texto en su ordenador todo el material de referencia que necesitará para su mensaje. Esto puede incluir versículos de la Biblia, citas, datos y otras investigaciones que necesite.  

Etapa 3: Recopila el mensaje a partir de la investigación

Un mensaje tiene las siguientes cinco partes distintivas que puede considerar como un esquema. Estas son las cinco partes:

1. Introducción: da una visión general en 1 o 2 frases

Se trata de una breve descripción general de lo que va a decir y lo que quiere que los oyentes retengan. La introducción puede tener más de una frase, pero debe ser capaz de expresar en una sola frase lo que quiere comunicar con su enseñanza. Si no puede hacerlo en una sola frase, es que está intentando decir demasiado o no ha definido adecuadamente lo que quiere enseñar.

Ejemplo: Hoy quiero decirles que el Honda es, sencillamente, el coche más fiable y barato a largo plazo que pueden comprar.

2. Beneficio: explica cómo tu mensaje les beneficiará

Después de la introducción, debes explicar por qué es beneficioso para los oyentes seguir lo que vas a decir. Si no se te ocurre una buena razón, entonces tenemos que preguntarte por qué estás enseñando. Tienes que hacer que sea aplicable a ellos. La mayoría de las personas no están motivadas para escuchar solo por adquirir conocimientos.

Ejemplo: El Honda puede ser un poco más caro al principio, pero en un periodo de 10 años es simplemente el coche más barato que se puede comprar. Déjeme explicarle por qué.

3. Detalles del mensaje

Esta parte del mensaje es el “corazón” de tu enseñanza y proporciona los detalles de lo que quieres enseñar. Son los versículos de las escrituras, los ejemplos personales, etc. que respaldan tu introducción.

Utiliza tantos ejemplos e ilustraciones como sea posible. La repetición es clave para el aprendizaje, y las historias personales, etc., son buenas para asegurarte de que la gente entiende lo que estás diciendo.

Ejemplo: Las encuestas de Consumer Reports y J.D. Power Owner's han demostrado de forma constante durante 5 años que los Honda son los que menos defectos iniciales tienen, los que menos gastos de reparación requieren y los que mejor valor de reventa tienen.

4. Resumen: resume tu mensaje en una o dos frases.

Una frase final que resuma tu enseñanza.

Ejemplo: Desde el punto de vista financiero, lo mejor que puede hacer es comprar un Honda y obtener la ventaja añadida de la seguridad para su familia, ya que no tendrá que preocuparse de que sus seres queridos se queden tirados en una carretera desconocida algún día.

5. Cierre: proporcione a los oyentes una medida que puedan tomar

D a los oyentes algo que hacer para dar seguimiento a tu mensaje. Si no lo haces, el mensaje puede quedarse en su cabeza y nunca pasar a formar parte de su vida. Algunos ejemplos pueden ser acudir a la iglesia, escribir una lista de cosas por hacer, hablar con alguien, apuntarse a una clase, etc. Una vez más, piensa en lo que dirías si estuvieras hablando con ellos cara a cara y quisieras animarlos a actuar.

Ejemplo: Ve a comprar uno hoy mismo: la tienda Honda ofrece incluso una financiación al 1,5 % sin entrada.

Cómo desarrollar los detalles de tu mensaje

Bien. Has rezado y trabajado duro para conseguir tu introducción, ¿cómo desarrollas los detalles de tu mensaje? Los siguientes 5 pasos son una buena forma de desarrollar tu mensaje.

1. Escribe todo lo que quieras decir

Simplemente toma una hoja de papel en blanco (o la pantalla del ordenador) y escribe todo lo que quieras decir. Esto incluye todos los pensamientos aleatorios, citas bíblicas, otras referencias, notas, etc. No te preocupes por dónde va cada cosa ni siquiera si realmente quieres hablar de ello. Simplemente escribe tus pensamientos en forma de lista.

El objetivo de este paso es “despejar” tu mente de todo lo que sabes que podrías querer decir. Cuando termines, tendrás una lista de información sin ningún orden en particular que puede ocupar varias páginas. El objetivo es plasmar toda la información en estas páginas. Estas páginas se convertirán en la materia prima que refinarás en el siguiente paso.

En este paso, no intentes organizar ni filtrar el material. Si lo haces, puedes frustrarte y olvidarte de escribir algo.

2. Refina lo que acabas de escribir

Ahora es el momento de volver a revisar la lista y refinarla. Lo hacemos en dos pasos. Primero, vuelve a revisar la lista y tacha aquellas cosas que no respaldan tu resumen de una frase sobre lo que estás enseñando. Guarda estos elementos para otro mensaje en otro momento.

Segundo, marca los elementos que te ayudaron en tu investigación pero que no usarás en tu mensaje. Esto incluye cosas como notas al pie y referencias a las Escrituras. No es necesario compartir todas las notas de investigación y las Escrituras. Solo comparte las principales que sean necesarias para que tu mensaje sea eficaz. A menudo tendrás mucha documentación de apoyo que fue necesaria para comprender el tema, pero que sería demasiado material para incluir en un mensaje. Comparte solo una o dos escrituras o documentos de apoyo para reforzar tu argumento. Si los oyentes quieren más detalles, pueden pedírtelos más tarde o investigar por su cuenta.

3. Ordena las notas

A continuación, empieza a ordenar los elementos que quedan en un orden lógico. Pensemos en un manual de montaje de una bicicleta. El manual contiene todos los pasos necesarios para montar la bicicleta. Tu lista es como este manual, ya que debe contener toda la información que tus oyentes necesitan para comprender el punto principal de tu mensaje.

Pero un requisito fundamental de un buen manual de montaje es que la información se presente en el orden correcto para que puedas montar la bicicleta adecuadamente. Ahora debes empezar a ordenar tu lista de información refinada en el orden correcto.

Numere los elementos de su lista (o, si utiliza un ordenador, puede reorganizarlos en la pantalla) siguiendo un orden lógico, de modo que la información se presente en el orden correcto para transmitir su mensaje de forma eficaz. Por lo general, se necesitan entre cuatro y cinco revisiones para conseguirlo.

4. Añada ejemplos personales, ilustraciones e historias

Si no ha añadido ejemplos personales, ilustraciones e historias de apoyo en el paso 1, añádalos ahora para reforzar su mensaje principal.

5. Cronometra tu mensaje

Después de escribir todas sus ideas, perfeccionarlas y ordenarlas, debería tener su mensaje casi listo. Lo que queda es practicar el mensaje para asegurarse de que no sea demasiado largo. La mayoría de las veces, las personas tienen demasiado material para una sola charla. Tendrá que practicar su mensaje para confirmar el orden y determinar la duración aproximada del mismo. Haga las revisiones necesarias.

Una nota sobre la preparación de mensajes

Preparar una buena clase lleva tiempo. No hay sustituto para el trabajo duro. La mayoría de los profesores noveles subestiman el tiempo que lleva prepararse. Como mínimo, se necesita aproximadamente 12 veces el tiempo que vas a hablar para preparar un mensaje nuevo desde cero. Por ejemplo, por cada media hora de charla, prepárate para dedicar al menos 6 horas a la preparación. ¡No esperes hasta la noche antes de tu mensaje para empezar a prepararte!

Una señal de falta de preparación es divagar. No estar preparado aburre a la gente y les hace perder el tiempo. Le dice a la audiencia que no les tienes en suficiente consideración como para dedicar tiempo a prepararte.   

Di solo lo que sabes que es absolutamente cierto

Tu mensaje debe ser TU mensaje. Debe basarse en tus experiencias y tu realidad. Nunca enseñes nada en lo que no crees. Si no estás convencido de ello, no lo enseñes. Espera hasta que lo “domines” antes de enseñarlo. Si solo estás diciendo lo que has oído que ha funcionado para otros, probablemente no necesites hablar. Si es tu realidad, tus palabras serán convincentes. De lo contrario, la enseñanza resultará superficial y sin convicción.

Enseña la Palabra, no tus opiniones

Esto requiere autodisciplina por tu parte. A menudo cometemos el error de pensar que lo que tenemos que decir es importante. Muy a menudo no lo es. También requiere estudio e introspección por tu parte para saber lo que Dios está diciendo y no solo lo que creemos que está diciendo. Si das tu opinión, da preferencia a lo que dices indicando que es tu opinión 

Más largo no suele ser mejor

Todos hemos bromeado sobre predicadores que podrían haber dicho lo mismo en 15 minutos en lugar de en una hora. Es divertido bromear sobre ello después, pero no lo es cuando eres tú quien está escuchando. Los sermones prolijos y circulares son una pérdida de tiempo. También demuestran una preparación perezosa y una falta de consideración hacia los demás.

Es mejor dejar a la gente con ganas de más que con ganas de que termines. Por lo general, los mensajes más memorables son aquellos que van al grano, exponen sus argumentos, te desafían a actuar y luego terminan.

Hechos 4:31 (NKJV) “Y hablaban con valentía la palabra de Dios”. 

Según el léxico griego de Thayer, “audacia” no solo significa predicar sin miedo, sino también predicar sin ambigüedad ni circunloquios. El circunloquio es una forma indirecta de expresar algo utilizando un número excesivo de palabras.

Eclesiastés 5:3 “La voz del necio se conoce por sus muchas palabras”.    

Si estás enseñando un mensaje importante, como en uno de nuestros servicios de reunión, un buen objetivo es un mensaje de 30 minutos o menos. Esto nos obliga a ir rápidamente al grano de lo que queremos decir. A menudo pensamos que un mensaje más largo es más ungido. Por lo general, lo contrario es cierto. No tiene valor hablar por hablar. El valor de nuestros servicios es una “palabra” de Dios a través de ti a los demás.

Por lo general, cuanto más tiempo tardamos en llegar al punto, menos “nítida” se vuelve la Palabra. Queremos que todos nuestros oradores busquen a Dios para obtener la Palabra para ese servicio. Si no la obtienen, entonces no deben hablar ese día. Es mejor omitir la Palabra que tenerla porque es lo que siempre hacemos.

Utiliza recursos visuales, ilustraciones y ejemplos

La mayoría de las personas aprenden de forma visual. Las imágenes mentales siempre ayudan a centrar el mensaje y a recordarlo más fácilmente. Siempre que sea posible, incluye ayudas visuales o auditivas. Pueden ser dibujos en pizarras blancas, clips de películas, diapositivas de PowerPoint, canciones, pedir a la gente que repita los puntos en voz alta, llamar a personas, etc. Cuanto más se involucren los sentidos, más se retendrá.

Si utiliza historias (lo cual es una gran idea para la generación posmoderna), debe practicarlas con antelación. Contar historias es como contar buenos chistes. Hay que trabajar el momento y los detalles. Tenga en cuenta que algunas de las mejores ilustraciones que puede ofrecer son las de su propia vida.

Etapa 3: Transmisión del mensaje

Qué hacer durante los días previos a la transmisión del mensaje

Es normal estar nervioso, enseña con fe

El nerviosismo nunca desaparece por completo para la mayoría de los profesores, solo aprendes a manejarlo con fe. Esto significa que sabes que Dios te ayudará porque has escuchado Su voz sobre lo que debes enseñar y te has preparado lo mejor posible. A veces, después de enseñar, el diablo te dirá que lo has hecho muy mal. Te recordará todos los tropiezos y errores que has cometido. Aprende de estos errores, pero dile al diablo que la gente escucha a Dios a través de tu mensaje y no por la grandeza de tu mensaje.

Visualízate dando tu mensaje

Imagínate hablando, con voz alta, clara y segura. Cuando te imaginas con éxito, te ayudará a desarrollar hábitos de confianza.

¡Conoce tu material a la perfección!

Conoce tu material didáctico al dedillo. Memorízalo si es necesario. Cuanto mejor lo conozcas, más relajado y natural estarás al enseñarlo. Esto te permitirá mayor flexibilidad en la exposición.

Un buen sistema de notas

Asegúrate de que tu mensaje está escrito con claridad. No llenes la página de flechas ni escribas de forma ilegible. Lo último que quieres es que tus notas sean difíciles de leer cuando estés transmitiendo el mensaje.

Algunas personas escriben sus notas en una hoja de papel y otras utilizan fichas. Puede que necesites varias veces hablar en público para encontrar un sistema que te funcione bien. Si practicas tu mensaje antes de hablar, descubrirás si tus notas te sirven o no.

Consejos generales para transmitir tu mensaje

Necesitas un comienzo y un final contundentes.

Que esta sea la frase que resuma el mensaje al principio y termina con el mismo resumen junto con una acción que el público debe realizar. Algunos oradores agotan completamente a sus oyentes antes de llegar al punto importante. No “dé vueltas” a un tema tratando de “calentar” a los oyentes o “involucrar al público”. Por ejemplo, ¡no cuente el chiste obligatorio! Una vez más, dedique sus valiosos minutos a predicar para transmitir su mensaje y reforzar la revelación.

No te disculpes

Si mencionas tu nerviosismo o te disculpas por cualquier problema que creas que tienes con tu discurso, agravarás el problema y también puedes llamar la atención sobre algo que el público ni siquiera ha notado. 

No uses jerga cristiana

Utiliza un lenguaje sencillo y cotidiano, no un lenguaje eclesiástico que solo los cristianos experimentados puedan entender. Imagínate hablando con personas que nunca han ido a la iglesia y elige tus palabras en consecuencia. No utilices palabras como “santificación”, “redención”, “justificación por la fe”, etc. Si no sabes cómo elegir palabras sencillas para explicar tu punto de vista, significa que realmente no entiendes lo que significa la palabra.

Habla con tu propia voz

No imites a un gran orador que conozcas ni cambies tu voz para parecer alguien que no eres. Relájate, sé tú mismo y habla con confianza, sabiendo que te has preparado bien.

Habla a las personas, no sobre ellas

No hables con condescendencia a las personas a las que estás enseñando. Esto suele ocurrir cuando un profesor predica a su público en lugar de incluirlo en su enseñanza. Enseña a las personas, no les des una lección. Anima a las personas en lugar de desanimarlas y desmotivarlas. Sé agradable y establece una relación con las personas en la medida de lo posible. No pienses en hablar a todo un grupo. En su lugar, piensa en cómo lo dirías si estuvieras enseñando a una sola persona sentada frente a ti en una silla.

Enseña con entusiasmo... Es un pecado ser aburrido

El entusiasmo es una decisión, no un sentimiento. Si eres entusiasta, la gente pensará que lo que estás enseñando es más importante y mantendrá mejor su atención. Varía el tono de tu voz. ¡Las voces monótonas adormecen a la gente!

Etapa 4: Después de la presentación

Después de enviar tu mensaje, es muy importante revisarlo y obtener algún tipo de retroalimentación. Esta es la única manera de mejorar y eliminar cualquier obstáculo. A continuación te presentamos algunos pasos prácticos que puedes seguir.

Recibe críticas constructivas

Ningún profesor es perfecto. Pide a un profesor mejor que critique tu mensaje y te dé su opinión. Prepárate para recibirla y ponerla en práctica. Tu objetivo es ser un gran comunicador, no solo recibir elogios.

Pregunta a los que te han escuchado qué han entendido de tus palabras. No te conformes con respuestas como “¡Lo has hecho muy bien!”. Intenta que te digan específicamente qué han entendido del mensaje. Si te dan un resumen en una frase, felicítate. Si no lo hacen, date cuenta de que, de alguna manera, no te has comunicado tan bien como podrías haberlo hecho.

Critica tu propia forma de hablar

Escucha tu discurso en el CD o el vídeo la semana siguiente. A nadie le gusta hacer esto, pero es absolutamente necesario para aprender a ser un mejor orador. Toma los puntos que se dan en este libro y aplícalos a tu mensaje. 

Busca los siguientes hábitos que debes romper

Si tienes la suerte de tener un vídeo de tu mensaje, fíjate si hiciste lo siguiente mientras hablabas

Mire siempre a los ojos a las personas cuando hable.  No mire al techo, al suelo, a su atril, a la Biblia, etc. No haría esto si estuviera hablando con alguien cara a cara.

¿Usaste gestos con las manos y caminaste con determinación? Es fácil desarrollar hábitos de gestos innecesarios con las manos o caminar sin rumbo fijo, lo cual distrae en lugar de complementar tu mensaje.

Si solo tienes un CD o una grabación de tu mensaje, ¿has evitado frases molestas como “ya sabes”, “eh”, etc.? Escúchate para detectar frases sin sentido que solemos repetir por nerviosismo.

¡Pasemos a la acción!

Prepara un discurso de 7 minutos sobre cualquier tema utilizando las 5 partes de un mensaje. El contenido no es importante. Los temas pueden ser triviales, como cómo pasear al perro, fregar el suelo o lo que Dios te está enseñando en este momento. El objetivo de este ejercicio es comprender las 5 partes y dónde encajan, y practicar. Practica la exposición utilizando los buenos hábitos de contacto visual, no caminar sin sentido, etc. Si estás en un grupo pequeño, pregunta al líder del grupo si puedes exponerlo ante ellos para que lo revisen.